Capítulo 9: Cerezo en la Plena y Baja Edad Media (Siglos XII-XV): Entre el Esplendor y la Crisis

Introducción: Cerezo, Villa Castellana Consolidada

Superada la Alta Edad Media, periodo de forja y definición fronteriza, Cerezo de Río Tirón (o Cerasio, denominación que persistiría en numerosos documentos) se adentra en la Plena Edad Media (siglos XII-XIII) como una villa castellana ya consolidada. Gozaba de una estructura social y económica más perfilada y de un papel reconocido en el contexto del pujante y expansivo Reino de Castilla. Su imponente Alcázar continuaba siendo un referente militar y administrativo de primer orden, y su alfoz un territorio productivo y articulado en torno a la villa principal. No obstante, estos siglos de madurez también traerían consigo nuevos desafíos y profundas transformaciones, culminando en la crisis general que sacudió los cimientos de Europa durante la Baja Edad Media (siglos XIV-XV).

Este capítulo se propone explorar la compleja evolución de Cerezo a lo largo de este extenso arco temporal. Indagaremos en su posible desarrollo urbano y la consolidación de su entramado social, su participación —activa o pasiva— en los trascendentales conflictos internos que agitaron Castilla, y el modo en que sus gentes enfrentaron las severas dificultades de la crisis bajomedieval. Si bien es cierto que las fuentes documentales específicas sobre Cerezo pueden ser menos abundantes o explícitas en comparación con las grandes ciudades del reino, su condición de villa con un notable pasado y una persistente posición estratégica nos permite inferir, con un grado razonable de certeza, su integración y participación en las dinámicas generales que caracterizaron al reino castellano en esta época.

El Fuero de Cerezo: ¿Realidad Documentada o Hipótesis Plausible?

Un instrumento jurídico y social de crucial importancia en el desarrollo y la consolidación de las villas y ciudades castellanas durante la Plena Edad Media fue la concesión de fueros. Estos estatutos, otorgados por la autoridad real o, en ciertos casos, por influyentes señores laicos o eclesiásticos, establecían un marco legal propio para la comunidad. Regulaban los derechos y deberes de sus habitantes (los "vecinos" o cives), la organización y competencias del concejo municipal, la explotación de los recursos comunales y del alfoz, y la administración de justicia en primera instancia. La posesión de un fuero no solo era un símbolo de una cierta autonomía y capacidad de autogobierno, sino también un potente imán para atraer nuevos pobladores y dinamizar la vida económica.

En el caso particular de Cerezo, la existencia de un fuero propio, otorgado presumiblemente durante los siglos XII o XIII, se presenta como una hipótesis altamente plausible, dada su demostrada importancia estratégica y su tradición como cabeza de un extenso alfoz. Si bien la documentación directa que lo atestigüe de forma irrefutable podría no haber llegado hasta nuestros días, o quizás aguarde aún ser descubierta en algún archivo histórico, es razonable conjeturar que Cerezo se rigiera por un fuero similar en espíritu y contenido al de otras villas castellanas de su entorno y categoría, tales como Logroño, Burgos, Santo Domingo de la Calzada o Miranda de Ebro, aunque lógicamente adaptado a sus particularidades geográficas y socioeconómicas. Dicho fuero definiría con precisión quiénes eran considerados vecinos con plenos derechos, regularía las relaciones jurisdiccionales y económicas con las aldeas de su alfoz, y establecería las cargas fiscales y los privilegios de la villa frente al poder real o señorial.

Alternativamente, si Cerezo no contó con un fuero específico y diferenciado en este periodo temprano, es probable que se le aplicaran por extensión las disposiciones de algún fuero más general de Castilla o de una villa cercana de mayor rango, o que sus propias costumbres y tradiciones, consolidadas y transmitidas por el tiempo ("fuero no escrito"), tuvieran fuerza de ley en la resolución de litigios y la organización de la vida comunal. Una investigación más profunda en archivos nobiliarios, eclesiásticos o municipales podría, en el futuro, arrojar nueva luz sobre este aspecto fundamental de su estatus jurídico y su desarrollo institucional en la Edad Media.

Desarrollo Urbano y Social en la Plenitud Medieval (Siglos XII-XIII)

Durante la Plena Edad Media, una etapa caracterizada por una relativa paz interna en Castilla y una pujante expansión territorial hacia el sur, es esperable que Cerezo experimentara un cierto crecimiento demográfico y un notable desarrollo de su entramado urbano. Este incremento poblacional, alimentado tanto por el crecimiento natural como por la llegada de nuevos pobladores atraídos por la seguridad y las oportunidades de la villa, impulsaría la expansión del núcleo urbano. Protegido por el Alcázar y, muy posiblemente, por una cerca o muralla propia que envolviera el caserío principal, Cerezo vería consolidarse sus calles, barrios (collaciones) y espacios públicos.

La vida religiosa, eje vertebrador de la sociedad medieval, se articularía en torno a diversas parroquias. Es en este periodo cuando iglesias como la de San Nicolás (cuya singularidad arquitectónica y posible origen antiguo ya fueron comentados), se consolidarían como centros neurálgicos de la vida espiritual y social de sus respectivas collaciones. No sería de extrañar que surgieran nuevas construcciones religiosas —ermitas, capillas, incluso algún pequeño convento— o que se ampliaran y embellecieran las ya existentes, como reflejo de la piedad de la época y del creciente poder e influencia de la Iglesia. La continuidad de un hospital, como el de San Jorge mencionado en épocas anteriores, también atestiguaría una arraigada preocupación por la asistencia a los enfermos, pobres y peregrinos.

Desde el punto de vista social, la villa albergaría una población cada vez más diversificada. Junto a la nobleza local de caballeros e hidalgos y el influyente clero, crecería un dinámico grupo de artesanos (herreros, zapateros, tejedores, constructores, etc.) y comerciantes, que atenderían las crecientes necesidades de la villa y su comarca. Es incluso plausible la existencia de una pequeña comunidad judía, como ocurrió en muchas villas castellanas de cierta entidad, dedicada al préstamo, la medicina, la artesanía especializada o el comercio a larga distancia, habitando en una aljama o barrio diferenciado, con sus propias instituciones y costumbres.

Cerezo en los Convulsos Conflictos Castellanos (Siglos XIV-XV)

La Baja Edad Media en el Reino de Castilla estuvo profundamente marcada por una intensa y recurrente conflictividad interna. Las devastadoras guerras civiles entre facciones nobiliarias rivales, las encarnizadas luchas por la sucesión al trono y el creciente poder de una alta nobleza que frecuentemente desafiaba la autoridad regia, sumieron al reino en largos periodos de inestabilidad. Cerezo, como villa dotada de una fortaleza de considerable importancia estratégica y situada en una posición geográfica relevante, difícilmente pudo sustraerse a estas convulsiones que sacudieron los cimientos del reino.

Durante la cruenta guerra civil que enfrentó a Pedro I "el Cruel" (o "el Justiciero", según la perspectiva) con su hermanastro Enrique de Trastámara (posteriormente Enrique II) a mediados del siglo XIV, es altamente probable que Cerezo y su castillo se vieran directamente afectados, cambiando de manos en función del curso de la contienda o viéndose obligados a tomar partido por uno de los bandos. La lealtad —o la falta de ella— de los tenentes del castillo y de los concejos de las villas fue un factor crucial y a menudo cambiante en este prolongado conflicto. El paso de ejércitos, las inevitables requisas de alimentos y ganado, los asedios o los enfrentamientos directos en sus cercanías dejarían, sin duda, una profunda y dolorosa huella en la población y en la frágil economía local.

Posteriormente, a lo largo del siglo XV, las luchas de poder entre diferentes y poderosos linajes nobiliarios (como los Velasco, los Manrique o los Lara, entre otros) por el control de territorios, rentas y esferas de influencia también afectarían de forma directa o indirecta a la comarca de Cerezo. El Alcázar de Cerezo, como pieza clave del dominio territorial, podría haber sido objeto de disputa entre estas facciones. La villa y sus habitantes sufrirían las consecuencias de esta endémica inestabilidad política y de la denominada "guerra de bandos" que caracterizó a Castilla en el periodo previo al advenimiento de los Reyes Católicos. Estos conflictos generarían una profunda inseguridad en los campos y caminos, dificultarían el comercio y agravarían los ya serios problemas económicos y sociales de la época.

La Crisis Bajomedieval: Peste Negra, Despoblación y Conflictividad Social

A la endémica conflictividad bélica se sumó, a partir de mediados del siglo XIV, la pavorosa crisis general conocida como la Gran Depresión Bajomedieval, cuyo exponente más terrible y mortífero fue la Peste Negra. La primera oleada de esta epidemia (1348-1351) y sus sucesivas recurrencias causaron una enorme mortandad en toda Europa, y el reino de Castilla no fue una excepción. Es prácticamente seguro que Cerezo y las aldeas de su alfoz sufrieron un impacto demográfico de gran magnitud, con la pérdida de una parte muy significativa de su población. La resultante escasez de mano de obra alteraría profundamente las relaciones sociales y económicas, provocando un encarecimiento de los salarios y, en numerosos casos, llevando al abandono de tierras de cultivo menos productivas y al despoblamiento de aldeas enteras (los "despoblados" o "lugares yermados" que tanto abundan en la geografía castellana).

La crisis demográfica y sus secuelas agrícolas se vieron acompañadas, de forma casi inevitable, por una creciente y a menudo violenta conflictividad social. Las tensiones preexistentes entre señores y campesinos por el reparto de las rentas agrarias, las condiciones de trabajo y los derechos jurisdiccionales se agudizaron notablemente. En las villas, las luchas por el control de los concejos entre diferentes facciones o "bandos" de las élites locales, a menudo instrumentalizadas por las grandes casas nobiliarias, también pudieron ser frecuentes e intensas. Además, la creciente presión fiscal por parte de una monarquía permanentemente necesitada de recursos para financiar sus guerras y su cada vez más compleja administración contribuiría de forma decisiva al malestar generalizado de la población.

Este periodo de profunda crisis también pudo tener consecuencias significativas en el paisaje religioso y en la mentalidad colectiva. El aumento de una piedad popular más introspectiva y personal, a menudo teñida de un agudo sentimiento de lo macabro, del pecado y de la fugacidad de la vida (el memento mori), se reflejaría en la proliferación de cofradías penitenciales y asistenciales, en la intensificación de la devoción a santos protectores contra la peste y otras calamidades, y en la promoción de obras de arte sacro (retablos, sepulcros) con una iconografía particular centrada en la Pasión de Cristo, la figura de la Muerte o el Juicio Final. La experiencia cotidiana de la muerte masiva y la persistente incertidumbre vital marcarían profundamente la espiritualidad y la cultura de finales de la Edad Media.

Economía y Comercio en la Baja Edad Media: Entre la Contracción y la Resiliencia

A pesar del sombrío panorama de crisis generalizada, la actividad económica en Cerezo y su comarca no se detuvo por completo, demostrando una notable capacidad de resiliencia. La agricultura y la ganadería, aunque afectadas por la despoblación y el abandono de tierras, siguieron constituyendo la base primordial del sustento para la mayoría de la población. La lana castellana, de una calidad cada vez más apreciada, experimentó un notable auge en su exportación hacia los dinámicos mercados textiles de Flandes e Inglaterra durante la Baja Edad Media. Este fenómeno pudo haber beneficiado indirectamente a las zonas ganaderas de la comarca de Cerezo, integrándolas en circuitos comerciales de mayor alcance. La Mesta, la poderosa organización de ganaderos trashumantes, consolidaría sus cañadas y derechos de paso, lo que no siempre estaría exento de fricciones y conflictos con los intereses de los agricultores locales y los concejos.

El comercio a escala local y comarcal se mantendría activo, con la celebración de mercados semanales en la villa de Cerezo. En estos mercados se intercambiarían los productos agrarios excedentarios, el ganado, las manufacturas artesanales básicas y otros bienes de primera necesidad. La villa, como centro de su alfoz, actuaría como un modesto pero vital polo de atracción y redistribución de estos productos. La presencia de artesanos especializados (herreros, curtidores, tejedores, zapateros, etc.) seguiría siendo fundamental para la economía local, garantizando el suministro de bienes y servicios esenciales. Es incluso posible que alguna feria anual, concedida por privilegio real o señorial, atrajera a mercaderes de otras regiones, dinamizando temporalmente la actividad comercial y conectando a Cerezo con redes más amplias.

No obstante, la endémica inseguridad de los caminos, producto tanto de los conflictos bélicos como del bandolerismo rampante en épocas de debilidad del poder central, junto con las frecuentes alteraciones monetarias y la gravosa presión fiscal, impondrían serios obstáculos al pleno desarrollo de las actividades comerciales. La economía de la Baja Edad Media en Cerezo, al igual que en gran parte de Castilla, sería fundamentalmente una economía de resiliencia y adaptación, capaz de sobreponerse a las adversidades y de mantener las estructuras productivas básicas que asegurasen la supervivencia y la continuidad de la comunidad.

Conclusión: Cerezo en el Umbral de la Modernidad

Al finalizar el siglo XV, Cerezo de Río Tirón había navegado un largo y complejo periodo de más de trescientos años que lo transformaron profundamente. Desde su consolidación como una villa castellana de pleno derecho en los siglos XII y XIII, pasando por su inevitable implicación en los conflictos dinásticos y nobiliarios que desgarraron el reino, hasta la ardua superación de la crisis bajomedieval, Cerezo demostró una notable capacidad de adaptación y pervivencia. Su estructura social, su base económica y su fisonomía urbana habían evolucionado significativamente, y su población, aunque fluctuante, había experimentado tanto momentos de crecimiento y prosperidad relativa como de severa contracción y dificultad.

El reinado de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, marcaría el inicio de una nueva era para los reinos hispánicos: la Edad Moderna. Este periodo se caracterizaría por la progresiva unificación política, la centralización del poder real en detrimento de la nobleza, la conclusión del proceso de Reconquista y la trascendental expansión ultramarina hacia el Nuevo Mundo. Cerezo, con su rico bagaje histórico, su fortaleza aún vigilante —aunque quizás con un papel militar redefinido— y su comunidad laboriosa y curtida, se encontraba en el umbral de estos nuevos tiempos, una etapa que traería consigo diferentes desafíos y oportunidades, como se explorará en la Edad Moderna.

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